viernes, 9 de agosto de 2013

DIOS SE ACOMODA A NUESTRA NATURALEZA

Es verdad que la liturgia nos quiere introducir en la vivencia del acontecimiento de la salvación por medio de los ritos: "para que contemplando a Dios visiblemente, él nos lleve al amor de lo invisible" (Prefacio I de la Navidad), pero también es cierto que todas las manifestaciones de Dios han sido "humanas".

Dios quiere manifestarse desde sí mismo a los hombres. Para ello necesita una mediación para llegar a la capacidad de recepción humana. Dios se ha revelado. El amor de Dios es concreto y tiende a lo concreto. Por esto, se ha manifestado sacramentalmente: con signos, señales, palabras y acciones.



La liturgia cristiana también es lugar en el que esta visión de las cosas entre en contacto con la Biblia. Para ello, hay que vivir la liturgia en toda su profundidad y conectarla con la historia según las dos dimensiones del profetismo bíblico: La dimensión activa en la denuncia de las injusticias y La dimensión pasiva de espera de una etapa mesiánica en donde serán totales y sin mancha alguna la justicia y la paz.


En la experiencia litúrgica cristiana el hombre puede encontrar no sólo la inspiración y la fuerza para su lucha por la justicia, sino también una respuesta a sus grandes problemas existenciales y la liberación de todos los falsos absolutos e ídolos.

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