viernes, 9 de agosto de 2013

EL SACRAMENTO: LA SALVACIÓN CONFIADA A UN SIGNO:


Jesús, el profeta de Nazaret, confió a la fuerza y a la elocuencia del símbolo gran parte de la eficacia de su mensaje. Sus discursos, están llenos de imágenes usuales y cotidianas de sus parábolas y de las semejanzas. Jesús no siente nunca la necesidad de demostrar. Se limita a anunciar, a afirmar, a ilustrar, a enseñar.

También muchas de sus acciones, como a menudo había ocurrido entre los antiguos profetas, son esencialmente alusivas, simbólicas y contienen ya en sí mismas la clave de su interpretación. Junto a estas palabras y acciones proféticas, están los gestos rituales a los que Jesús se sujeta lo mismo que todos sus hermanos de estirpe y religión (bendiciones, oraciones, imposiciones de manos, bautismos en el Jordán, banquete pascual, peregrinaciones); pero no rara vez, en sus manos estos gestos usuales adquieren un significado completamente nuevo (el pan es su cuerpo, el vino es su sangre para una alianza nueva y eterna, su bautismo no será sólo en el agua, sino en el agua y en el Espíritu).

En estos gestos, en estas palabras y en la virtud que les acompaña se contiene un mensaje que ningún discurso razonado podría expresar con la misma eficacia.

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